28 septiembre 2010

DIAS DE GLORIA



Hacía décadas que un tal Warhol había dicho aquello de que todo el mundo debería tener derecho a 15 segundos de gloria. En los felices diez, esa entelequia se había transmutado en una amenazante realidad. En el mundo global, con todos enchufados a una gigantesca red de estupideces y miles de cámaras observándote, cualquiera podía meter la pata y pasar a tener sus 15 segundos gloriosos.

Los tuvo cierto párroco toledano que intentaba obtener un pequeño desahogo para sus bajos instintos ofreciendo sus favores amatorios a través de una página de contactos. En poco más de 15 segundos, sus gayumbos de otra década pasaron de ser un dudoso reclamo para ninfómanas cortas de vista a convertirse en el titular de todos los noticiarios televisivos del país.

Al parecer, el bueno de X (llamémosle X sin afán de recochineo) había echado un vistazo al mundo y había entrado en una profunda crisis de fe. Cuando uno se sienta frente a la alcantarilla catódica y procesa seriamente ciertas imágenes de gente destrozada por guerras y catástrofes de diversa índole, no puede llegar a otra conclusión que la de cuestionarse esa historia de la salvación eterna. Si Dios no era capaz de salvar a esos pobres desgraciados, por qué habría de creer él en la salvación de su alma.

De manera que un buen día decidió dejar de hacer el imbécil y probar fortuna. Y, como eran tiempos de gran incertidumbre económica y el dinero del cepillo no daba para más, hizo una llamada a una de esas líneas en las que tras pulsar uno y luego 5 y luego no sé cuantos números más, una guarrilla, que vete a saber qué pinta tiene, te cuenta que se está tocando no se qué cosa, hasta que uno termina de venirse arriba.

El caso es que aquella llamada cambió por completo las cosas y al día siguiente repitió y repitió y día tras día siguió repitiendo, hasta que la factura alcanzó la escandalosa cifra de 17.000€. El buen párroco ya no se sentía sólo, ahora se sentía solo, asquerosamente sucio y atenazado por el pánico. Así que buscó una salida agarrando de nuevo la sartén por el mango. Grabó el mencionado vídeo con sus gayumbitos de dudosa calidad y publicó un anuncio en eBay poniendo a la venta la imagen de Cristo de la parroquia.

El resto de la historia es sencillo de imaginar. Algunos de esos feligreses a los que tanto había temido decepcionar con sus lascivos deslices, resultaron compartir bajos instintos con el bueno del párroco y el asunto tardó pocos días en convertirse noticia: El párroco del pueblo se anuncia en internet “heterosexual y bien dotado”. Que si nadie lo hubiese imaginado, que si siempre había parecido una persona de lo más normal

El caso es que en aquellos felices diez tenías que tener cuidado porque sin darte cuenta te encontrabas expuesto a una inmensa red de moralistas anónimos y en cualquier momento podían llegarte tus malditos 15 segundos de gloria. Así las cosas, algunos elegimos seguir la vida, celebrando en petit comité las modestas victorias de todos los días en el anonimato proporcionado por nuestra pequeña parroquia.

19 septiembre 2010

VACACIONES EN EL MAR


Corrían los felices años 10, cuando una pareja de enamorados pretendía pasar unas vacaciones románticas el uno junto al otro. Así que buscaron la mejor manera de pasar esos días de descanso y decidieron que lo más propicio podría ser emular a aquellos enamorados de las décadas pasadas que se embarcaban en el Love Boat a cargo del capitán Stubing... Según la serie de Vacaciones en el mar, todo era de lo más romántico y si algún problema había entre las parejas, se solucionaba y acababa todo perfecto en plan final feliz... Así que nuestra de pareja de enamorados decidieron embarcarse en un crucero, aunque no fuese el de la serie, pero tenían la esperanza de conseguir el mismo resultado.

De esta forma tenemos a una pareja de enamorados con las maletas preparadas y el viaje a las costa realizado, pues dicha pareja no viven en una ciudad con mar y se tienen que desplazar hacía otra con puerto. Todo listo y preparado sin sospechar lo más mínimo que un gran nubarrón cargado de lluvia, rayos y truenos les iba a perseguir... Así nuestra pareja se dispuso a entregar los billetes para acceder al barco, sin embargo y contra todo pronóstico la entrada fue denegada, pues él, hombre de campo, cometía el terrible delito de no llevar calzado adecuado, pues unas zapatillas vestían sus píes en lugar de unos elegantes zapatos...

La tragedia se veía y aquella pareja de infelices no podían disfrutar de sus esperadas y felices vacaciones por culpa de unas dichosas zapatillas, así que no tuvieron más remedio que improvisar y actuar rápido, buscando una zapatería donde realizar las primeras inesperadas compras de sus vacaciones: unos zapatos nuevos. Pobres insensatos.

Afortunadamente aquellos desgraciados volvieron a sonreír cuando, una vez con los zapatos puestos, llegaron de nuevo al barco y pudieron emprender sus vacaciones en amor y armonía... Y como en aquella serie, nuestra historia tuvo un final feliz, aunque ningún miembro de la tripulación se desviviese para conseguirlo...

Todo esto me recordaba a la de los porteros de discoteca. Si eras chica, podías acceder a su interior aunque fuese descalza. Si eras chico la cosa se ponía más chunga, pues si era una discoteca pija te obligaban a llevar zapatos y nada de calcetines blancos... Cuando la normativa realmente te obliga simplemente a llevar un calzado seguro y lo único que realmente te pueden prohibir son las chanclas para evitar que se te fuese el píe y te cortases...

Pero en los felices años 10 los cruceros, visto lo visto, debían de ser de lo más pijo y para ser aún más cool decidieron comportarse como las discotecas. Aunque, claro está, me quedaba una duda en el aire: ¿los zapatos serían de obligada puesta? Mi cabeza no dejaba de imaginar a esa pareja de enamorados bajando (o subiendo) a la piscina con su bañador, su toalla y sus zapatitos limpios sin calcetines blancos, no fuese a ser que la tripulación, e incluso el mismísimo capitan Stubing, los arrojasen por la borda y tirasen sus cuerpecitos de enamorados a los tiburones...

Menos mal que en los felices años 10 no les dio a la gente por cambiar los refranes y sacar la versión del "hagas lo que hagas ponte zapatos" que aunque no rime (eso es lo de menos) sería lo más importante si en esos tiempos querías irte de crucero.

16 septiembre 2010

EL ESPIRITU DE LOS FELICES AÑOS 10


Corrían los felices años 10 cuando llegaron 4 días donde el alcohol fluía por todos nosotros y habitualmente comíamos algo, sin orden, sin llevar dietas ni controles alimentarios, generalmente engullíamos cualquier cosa que acompañase bien a nuestras bebidas. Eran cuatro días en los que, sin ser carnaval, nos dejábamos llevar por los placeres de Don Carnal, sin importar absolutamente nada. Eran cuatro días donde nos evadiamos de todo, incluso de nosotros mismos, sin problemas, sin quebraderos de cabeza... Sólo intentábamos ser felices.

Y en esos cuatro días tan pronto alguien tiraba del cable o mandaba a una guardia civil a la que nadie hacía el mínimo caso y mucho menos aún cuando otro amenazaba con llamar a la policía, cosa que ni hizo ni le hicimos el menor caso, pues lo único que queríamos era que se fijase bien el esmalte azul en nuestras uñas... Eran unos días en la que los machos huían como animales perseguidos por una vedette que simplemente quería sacar voluntarios en su espectáculo, y cuando lo lograba la víctima se escabullía tan pronto podía, ante la mirada incrédula de la chavala que pensaría algo así como "esto no me puede estar sucediendo a mí".

Pero eran días también en los que estaba en boga el I+D+I (investigación, desarrollo i tal), en los que se llevaban a la práctica cualquier cosa que se nos ocurriese, como el intentar sacar del water un rollo de papel (con las más diversas maneras salvo meter la mano) o como hacer que un toro reculase empleando la tutu, la cual, como era de esperar, permaneció invicta ante los ataques del animal, aunque sí que conseguía moverla.

Y hasta la gente no se creía cuando uno de los nuestros desaparecía para ir a "beber agua", cosa que lógicamente era una excusa barata porque bebíamos de todo menos agua, pero que mucho menos se lo creía cuando la verdad llegaba a sus oídos: estaba satisfaciendo sus necesidades fisiológicas y corporales, aunque no sexuales.

Eran unos días de desenfreno, en los que poco o nada importaba, tan sólo el pasárselo bien, el estar con los amigos y el disfrutar. Así era el espíritu de esos días, que intentábamos mantener el resto del año, cuando la rutina, los problemas y los quebraderos hacían aparición en nuestras vidas... Pero los recuerdos de aquellos días hacían que viésemos lo negativo con otro punto de vista, configurando de esta forma lo que sería ya historia: los felices años 10.