01 abril 2012

QUIERO SER COMO TÚ


Hubo un tiempo en que, como casi todo el mundo alguna vez, teníamos mascota. Se llamaba Como tú. No es que tuviese tu mismo nombre, es que se llamaba COMO TÚ y era cochinilla. No es que fuese un poco guarra, es que era una cochinilla de la humedad.

Los perros son fieles; ladran y muerden, a veces a quien deben morder y otras no tanto. Los gatos son zalameros, hacen compañía y se te suben encima en cuanto pueden, llenándote de pelos. Como tú no era así. La verdad es que como mascota, a primera vista, no era un gran qué. Su principal virtud residía en que, pese a su nombre, era un bicho bastante limpio y un fantástico observador. Porque aunque no supiésemos mucho acerca de su forma de pensar, en cuanto bicho, tenía sus propios medios para percibir las cosas y algo le parecería todo aquello que sucedía a su alrededor. Tendría su manera cochinil de entender el mundo.

Para ser sincero, Como tú no estuvo mucho tiempo entre nosotros. En realidad, una sola noche. Pero, ¡qué noche! Una de esas de las de no soltar el vaso y partirte el pecho de la risa. Una de esas de reírte y no parar de reir, sin saber de un modo muy preciso de qué cojones te estás riendo.  Otros tiempos en los que éramos mucho más de risa fácil y era también algo más simple encontrarle la gracia a las cosas. En ese breve lapso de tiempo, Como tú conoció a unos cuantos, admirada por unos y mirada con cierto estupor y repugnancia por otros; un poco como es la vida. Bailó como loca y hasta de atrevió con una Harley. Una sola noche pero, ¡qué noche!

Como todo casi todo lo bueno, aquello no duró eternamente y antes de que empezará a amanecer, Como tú salió de nuestras vidas para no regresar nunca.

En aquella tarde de los felices diez, una tarde de tantas, de esas de estar fumando uno detrás de otro mientras miras por la ventana sin fijar tu atención en ningún aspecto concreto, una de esas de darle vueltas a todo sin llegar a ninguna conclusión razonable que te deje tranquilo, me dio por preguntarme qué pensaría Como tú de todo esto. Porque a veces, demasiada información y demasiados datos definitivamente no ayudan y todas las cosas que te cuentan o te han contado no hacen más que llevarte a engaño y generarte confusión. Quiero decir: lo que te viene bien, bueno es y lo que te viene mal, por mucha moto que te quieran vender acerca de que es la solución para todas las cosas, pues igual te va a joder y mejor estar atento y negarse tajantemente. Lo bueno, a intentar que siga y de lo malo, mejor ni hablamos. Mucho mejor quedarse con una visión cochinil de las cosas, que saber mucho gracias a los rollos que te intentan meter en la sesera y acabar jodido.

Y si una cochinilla era capaz de enseñarte todo eso sin decir esta boca es mía, ¿para qué cojones hacía falta Presidente del Gobierno?