06 junio 2010

REUNION DE PEÑAS


Corrían Los Felices Años 10 y el Ayuntamiento citaba a los peñistas para una reunión el siguiente fin de semana. El cartel, situado en el tablón de anuncios del bar, el mejor sitio para ser visto y leído por todo el mundo, citaba pero sin decir ni hora ni lugar. Del tema a tratar no ponía nada, sin embargo otro peñista nos adelantó que posiblemente se debiese a que el viernes por la tarde de las fiestas no traerían por tercer año consecutivo al adiestrador de perros. En su lugar se iba a proponer que las peñas organizasen algo, aunque no sabíamos si era cada peña la que preparaba algo o era una organización en su conjunto. Además tampoco teníamos conocimiento de si, en el caso de organizar algo, nos iban a dar una pequeña ayuda económica o no para la realización de ese algo.

Corrían Los Felices Años 10 y ninguno queríamos ir a esa reunión, aunque también es cierto que la mayoría no podía asistir al acto. Aunque nuestra opinión de la propuesta era algo de lo que sí estábamos de acuerdo la mayoría: negativa a organizar nosotros algo y sí a los perros. Pero claro, esta opinión sólo reflejaba una peña y en teoría tenían que tomar la decisión la totalidad de las peñas... Pero nuestra idea era clara por varios motivos:
1) No queríamos pringar organizando algo de lo que seguramente traería más problemas y dolores de cabeza que el no hacer nada (pensarlo, plantearlo, decidirlo, ponerlo en marcha, supervisar la actividad y recogerlo).
2) Llevábamos más de medio año esperando usar el ahuyentador de perros, que para algo lo teníamos y el mejor lugar era esa concentración de canes que todos los años hacían lo mismo, aunque cada año conservábamos la esperanza que el animal fallase y le obsequiase algún mordisco al entrenador (sí, los instintos humanos son perversos y crueles)
3) Estando los perros, si te apetecía ir a verlos ibas, sino con pasar del tema estaba solucionado.

Pero como digo, a falta de 6 días para la reunión no teníamos planeado ir, así que nuestro voto quedaría silenciado por la eternidad, porque no creo que los mandatarios leyesen el blog y si lo hacían dudo mucho que lo tuviesen en cuenta... Total, no sería la primera vez que nos la jugarían, ya que el año anterior, el último de la década sin nombre, nos apuntamos al Primer Torneo de Bolos Castellanos y no nos valieron ni avisar de que tarde se celebraría el juego y casualmente la decisión de la fecha fue determinada por una minoría (no por la mayoría como es lógico).

Así que en los Felices Años 10 pasábamos de las órdenes de mandatarios y celebrábamos la fiesta como más nos gustaba hacerlo, pasando de todo y de todos... Así que en esos años tan sólo dejábamos muestra de nuestra opinión con un sencillo "qué les den".

04 junio 2010

A LOS TOROS CON PIPAS, NO CON BANDERAS


Hay que cuidar lo que decimos a los niños, porque los niños son como esponjas. Si les das cultura se empapan de cultura, si les rodeas de Gente se convertirán en personas, pero si les das mierda… sobra el comentario.

Mayo de 2010. Feria de San Isidro. Enésima orgía de España cañí cuidadosamente aliñada con cerveza. Sangriento, seguro. Cruel, tal vez. Según como se mire. Para mí, la andanada del 8 representaba un reducto de inteligencia nacional. Un núcleo de resistencia. Sólo las generaciones pasadas comprendían aún lo que era este país y allí se reunían algunos de sus últimos bastiones. Allí sentado, entre mantazo y mantazo, había escuchado las exhortaciones más inverosímiles contra las más variadas personalidades.

Había para todos. Un abucheo para una la autoridad populista y choriza. El título de Tonta para la tonta, el de pelota para el pelota, el de cotorra para la redicha periodista del corazón. Y ante todo, la falta de sorpresa ante el hundimiento de nuestro delirio especulador. Frente al último desastre nacional la respuesta de cualquiera de nuestros oráculos octogenarios no podía ser más certera: “¡si ya lo decía yo!”. Todo un núcleo de resistencia equipado con bocata de jamón, puro y visera emergido del Madrid más profundo, el mismo Madrid que algunos horteras intentan convertir en una mierda pseudocultural de diseño, a costa de renunciar a sus orígenes.

Por eso cuando oí la historia de cierta niña con tirabuzones y de sus papás retrógrados, que quería torear un toro con una bandera España, me vinieron a la mente todas estas historias. España no era una bandera para doblegar al mundo como si fuese un becerro. España era el sastre de Gary Cooper y su interminable provisión de anisillos, la Antonia con su falda de tablillas para poder abrirse de piernas y esquivar la espalda del tío de delante, los jubiletas saltándote por encima para llegar los primeros al metro y el ejército de rastreadores armados con prismáticos al acecho de un buen objetivo en el callejón. Un poco brutos, un poco cutres y extremadamente críticos. Así nos las gastábamos en aquellas latitudes en los felices diez. En todos estos rasgos yo me reconocía y encontraba algo entrañable presuntamente condenado a extinguirse.