04 junio 2010

A LOS TOROS CON PIPAS, NO CON BANDERAS


Hay que cuidar lo que decimos a los niños, porque los niños son como esponjas. Si les das cultura se empapan de cultura, si les rodeas de Gente se convertirán en personas, pero si les das mierda… sobra el comentario.

Mayo de 2010. Feria de San Isidro. Enésima orgía de España cañí cuidadosamente aliñada con cerveza. Sangriento, seguro. Cruel, tal vez. Según como se mire. Para mí, la andanada del 8 representaba un reducto de inteligencia nacional. Un núcleo de resistencia. Sólo las generaciones pasadas comprendían aún lo que era este país y allí se reunían algunos de sus últimos bastiones. Allí sentado, entre mantazo y mantazo, había escuchado las exhortaciones más inverosímiles contra las más variadas personalidades.

Había para todos. Un abucheo para una la autoridad populista y choriza. El título de Tonta para la tonta, el de pelota para el pelota, el de cotorra para la redicha periodista del corazón. Y ante todo, la falta de sorpresa ante el hundimiento de nuestro delirio especulador. Frente al último desastre nacional la respuesta de cualquiera de nuestros oráculos octogenarios no podía ser más certera: “¡si ya lo decía yo!”. Todo un núcleo de resistencia equipado con bocata de jamón, puro y visera emergido del Madrid más profundo, el mismo Madrid que algunos horteras intentan convertir en una mierda pseudocultural de diseño, a costa de renunciar a sus orígenes.

Por eso cuando oí la historia de cierta niña con tirabuzones y de sus papás retrógrados, que quería torear un toro con una bandera España, me vinieron a la mente todas estas historias. España no era una bandera para doblegar al mundo como si fuese un becerro. España era el sastre de Gary Cooper y su interminable provisión de anisillos, la Antonia con su falda de tablillas para poder abrirse de piernas y esquivar la espalda del tío de delante, los jubiletas saltándote por encima para llegar los primeros al metro y el ejército de rastreadores armados con prismáticos al acecho de un buen objetivo en el callejón. Un poco brutos, un poco cutres y extremadamente críticos. Así nos las gastábamos en aquellas latitudes en los felices diez. En todos estos rasgos yo me reconocía y encontraba algo entrañable presuntamente condenado a extinguirse.

3 comentarios:

Lagarto Juantxo dijo...

En los toros no va a quedar nadie de la vieja guardia en 10 años.

Primero fue el sastre de Gary Coper y sus Anisillos, este año Julián el del "caballoooooo"....Al final nos vamos a quedar Feliciano y 4 más.

Lagarto Juantxo dijo...

Por cierto, las niñas con tirabuzones son repelentes...Aaaaaggggg

Los Felices Años 10 dijo...

Posiblemente quedaremos los mejores, como pasa siempre... Lo que no me quedó claro es si pretendía recibir al toro a puerta gayola o cómo...