11 marzo 2012

SOLO NOS FALTABAN DOLORES

Cada cual, quien más y quien menos, tiene sus historias
mentales: si lo hago bien o mal, si me quiere o no me quiere, si puedo o no.
Con eso y con poco más uno es más que autosuficiente a la hora de amargarse el
día. Pero cuando eso no basta, siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano.
Habíamos comenzado la década con el firme propósito que
aquellos fuesen tiempos felices, pero, sin saber cómo ni cuándo había empezado
a torcerse el asunto, un ánimo gris se había ido instalando en el aire.
Todo lo
que parecía tan fácil una Nochevieja con una copa en la mano, parecía ahora
esfumarse. Y andaba yo conduciendo y pensando (todavía a nadie se le había
ocurrido la brillante idea de prohibir pensar mientras conduces) en cómo
habíamos dado caído en esa atmósfera enrarecida y turbia, y en cómo diablos se
salía de ella, cuando caí en la cuenta. ¡Dolores!
Cada domingo de vuelta a la Gran Ciudad, con la mente
ocupada en esta y otras cosas, la voz de Dolores que transportaba a través de
las ondas en tono mesiánico su dolorosa solución para aquella también grande
nación.
Que si habíamos llegado a tan penosa situación por la excesiva alegría
de otros
, que si, ya se sabe, la herida con sal jode, pero cura. Bajo una
apariencia de señora muy fina y muy seria, vamos, una señora, señora de las de
toda la vida, Dolores te soltaba unas premoniciones tan negras que llegabas a
casa con una mala digestión.
Aquel día Dolores la había tomado con los protestones. No andaban
los tiempos para quejarse. Si te pagan menos, ajo y agua. Si te ponen al filo
del precipicio y te dan para ver si saltas, sacrificio necesario. Que te cortaban
la luz y el agua, culpa de otros y a mí no me digas.
Dolores era muy fina pero nos
estaba taladrando bien la tía.
Así que en aquella tarde, por primera y última vez, decidí
hacer caso de lo que tan respetable señora me estaba diciendo. Nada de
quejarme, apagué la radio y ¡¡qué te den, Dolores!!

No hay comentarios: