12 marzo 2010

CUALQUIERA PUEDE SER MARCIANO


Mientras unos pocos, con más fortuna de aquella que cualquier cabeza equilibrada es capaz de gestionar, planificaban un incierto viaje al espacio, ser marciano se encontraba al alcance de cualquiera.

Bastaba con conectarse a la alcantarilla catódica y ver a la hija analfabeta de tu portera convertida en líder de opinión o presentar cualquier idea sensata en la próxima reunión que tuviese lugar en tu empresa.

Bastaba con vestir normal y caminar normal y con hacer y soñar cosas normales, porque en los años diez eso de ser normal se estaba convirtiendo en una cosa un poco marciana. Liberalismo radical, progresía de diseño y marca fabricada a bajo coste en una factoría china…

Bastaba con poner las noticias de las nueve: políticos lelos, guerras justas, crisis humanitarias a causa de la pobreza comercializadas como cataclismos sin precedentes. Definitivamente, ser normal había pasado a ser la hostia. Por eso, alguno que otro, sin arte ni parte en todos esos asuntos y sin otra intención que arrimarse a la parroquia a tomarse una, sinceramente, se sentía la hostia, porque ser todavía un poquito normal había pasado a ser la puta hostia.

No hay comentarios: